[ Templo del Fuego: La importancia de la aventura, inmersión y emoción en la atracción de PortAventura ]
Hace un par de años ya hice una entrada escribiendo sobre Templo del Fuego, una de las atracciones más míticas de PortAventura. Irónicamente ese sería, el del 20 aniversario, el primer año que no abriría. Así ha estado dos años hasta este 2022 cuando ¡por fin! se han vuelto a abrir las puertas de este grandioso templo al público. Han sido escasos dos meses de la temporada veraniega pero nos ha permitido reflexionar sobre la importancia de la aventura, inmersión y emoción en una atracción.
El espíritu de la aventura, algo de lo que tratamos en el episodio #02 del podcast Pesadilla en el parque de atracciones que hemos estrenado hace unas semanas, es un elemento que hacía que PortAventura fuera especial. Si en los parques Disney se lleva más hacia la fantasía, los mundos imaginarios... el parque de Tarragona tenía esa esencia de aventureros que cada atracción nos llevara a un paraje diferente, un reto, y una situación que nos pusiese en un "relativo" peligro. Los había desde para todos los públicos, incluso sin peligros como el carrusel que está en el centro de Penitence. Templo del Fuego nos traía ese espíritu, esa sensación que sabías que al entrar ibas a vivir una gran experiencia.
La ambientación y la inmersión. Fue la segunda, y última atracción, que abrió en PortAventura, en aquel momento Universal Studios PortAventura, tras el Sea Oddysey. Aquí se podía ver la importancia de los detalles. Antes de entrar el sonido de la jungla, dar vueltas por ciertos espacios que ya te generaban una intriga ¿Por qué hay tantos restos arqueológicos?... Una vez llegabas a las puertas te encontrabas con una experiencia sonora más intensa con conversaciones, radios que suenan y todo lo que implica que tengas más nervios antes de entrar por esa puerta. Una serie de elementos que parecía estar colocados sin ton ni son pero tenían todo un sentido. Al abrirse las puertas, más misterios y, para misterioso, la figura de Paolo Pompidou.
Paolo Pompidou, la emoción o la importancia de los actores. Una de las partes importantes es la interacción que hay entre el actor, que interpreta a Paolo Pompidou, que en esta corta temporada de dos meses se han ido intercalando Aitor Gabalda y Álvaro Miranda. Lo que el propio Álvaro ha descrito como: "A las espaldas de los dos Paolos más de 500 pases y más de 75.000 personas cada uno, en los que hemos aprendido, hemos vivido emociones y jugado y disfrutado como dos niños Aitor y yo". Y sí, es que la sensación de trabajar y juguetear con el público, con nosotros mismos en el papel de actores y las emociones.
Ellos han sido los últimos, por ahora, que han hecho este papel pero en años anteriores hemos tenido a otros tantos actores (como Anthony Senen o David Medina entre muchos otros) que han hecho el papel... Incluso en los inicios había dos personajes, la doctora Carmen Cadena y el mercenario Paolo Pompidou, que interactuaban entre ellos. Y ellos eran el alma, la forma en la que entrábamos en el juego.
El espectáculo. Una vez llegamos a la sala principal nos encontrábamos como Paolo jugaba a la caza del tesoro. Un tesoro que no se lo pondría sencillo. Así nos encontrábamos con un sitio lleno de tesoros que van a ser complejas de cazar. El fuego, el agua y los sonidos nos van a indicar que algo no va bien. Un lugar que poco a poco deja de ser un templo que investigar para convertirse en un templo del que huir lo más rápido posible...
Fuego por doquier, calor, llamaradas, y hasta esqueletos escondidos bajo el agua. Todo ello con un impactante final con el que el público no puede más que arrancar unos aplausos a una de esas atracciones que marcan cuando uno entrar por primera vez, en mi caso en el año 2002. Nunca lo olvidaré, esa emoción, ese nerviosismos, ese saber que es lo que va a pasar y toda la acción que se desarrolla.
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